Al pie de cien montañas

«Al pie de cien montañas
que se elevan alrededor
en el medio se encuentra Cangas
como un nido de ruiseñor… «

Tal vez querido lector/a de este blog si no eres de Cangas del Narcea no entenderás muy bien a que se refiere este cuarteto, si por el contrario vives, has vivido o simplemente te has dejado caer por estas acogedoras tierras del sur occidente asturiano y tuviste la suerte de saborear un cacho de vino de Cangas en alguna de sus múltiples bodegas tradicionales, seguro que no solamente recordarás esta estrofa sino que te atreverás con el resto de la canción, esbozarás una leve sonrisa y recordarás probablemente a un grupo de gente alegre, extrovertida e integradora, gente que te ofrece abiertamente parte de su «merienda«: empanada, bollo, chosco, lacón… y con la que podrás comer, beber y cantar… hasta que uno de ellos pronuncie la mágica frase:

-«sacai los voladores, ho»

Entonces todo el mundo saltará de la mesa como un resorte, las navajas que unos minutos antes ayudaban a dar cuenta de los manjares degustados servirán ahora para cortar la cinta amarilla que embala las docenas de voladores y las bolsas de papel que cubren las cargas empezarán una tras otra a caer al suelo.

– «¿Apúrresme tú?»
– «Como siempre, pero cuando acabes apurres tu y tiro yo»

Los más precavidos sacarán del bolso una mecha y empezarán a encenderla cuidadosamente, otros usarán «el pito» y algunos como yo pediremos fuego urgentemente para encender la faria de las grandes ocasiones y tratar de conseguir ese fuego homogéneo que facilite el encendido rápido del volador.

-«¿tamos todos preparaos…? Ahoraaaaa!!!

Las mechas, los cigarros y las farias buscan entonces nerviosas las carretillas de los voladores y despachan raudas las docenas disponibles. El valle se llena de un ruido que los cangueses han aprendido a amar con el paso de los años y nadie se sorprende cuando lo escucha.

Tras el ruido vuelve de nuevo la calma.

El subidón de adrenalina deja seca la garganta que busca de nuevo el cacho al entrar en la bodega. Ahora el vino huele también a pólvora y ese trago es aún más sabroso…

«No me lleves más de Cangas
en toda la vidaaaa… «

Ahí tenéis por fin la canción que da título a este blog interpretada por la coral polifónica de Cangas, que os guste 😉

Ah, se me olvidaba como todos habréis supuesto, en este blog voy a hablar de TECNOLOGÍA en el mundo rural… espero que os guste.

Saludos desde CangasssssSSSSSHHHHHHPUMMM!!

FRAN

8 respuestas a Al pie de cien montañas

  1. Vane dijo:

    La Descarga…. sólo si la conoces puedes explicarlo…

    Manifiesto de la Descarga de Constantino Prieto (Tino Chichapan) 1.966

    «… Hombre o mujer, cualesquiera que sean tu linaje y condicisn, que presencias la Descarga. Cuando veas ese mozo que en mangas de camisa y con una mecha encendida en la mano se juega su integridad fmsica y se muere de impaciencia porque lleva un aqo aguardando este momento. Cuando veas a ese elemento de la Banda municipal que ni siquiera se cambia de uniforme de mzsico, ni se quita la gorra porque hay que ganar todo el tiempo posible para soltar voladores. Cuando veas a ese hombre cuya humanidad es capaz de tumbar a un buey de un puñetazo, temblar como una hoja y morderse el bigote para sorberse las lagrimas. Cuando veas a todo un pueblo con un nudo en la garganta ponerse de pie, mas azn, de puntillas, porque tira de el una fuerza irresistible. Cuando veas todo esto y mucho mas, piensa…piensa que dentro de LA DESCARGA hay algo mas que humo y polvora, y explosiones y repique de campanas. Yo te lo diré hay, que en ese momento, nosotros, los cangueses, con los ojos puestos en la Virgen del Carmen, vemos y hablamos con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestros hermanos, con nuestros amigos… !CON NUESTROS MUERTOS!…»

    Me encanta este texto… y creo que define un poco lo que sentimos los cangueses, bien sea de nacimiento o de adopción como es mi caso, el 16 de Julio a las 8 de la tarde… cuando comienza el año.

    Un abrazo enorme.

  2. Montse dijo:

    Aqui te va otra que tambien pone los pelos de punta:

    » Había una señora completamente sorda en Cangas, pariente de Riego por más señas, que esperaba ansiosa cada 16 de julio. La razón era muy sencilla: a las ocho de la tarde escuchaba el único sonido que oía en todo el año.

    Otras señoras emprenden el camino del cercano convento de Corias unos cuantos minutos antes de La Descarga. La razón también es simple, tienen miedo.

    En Luarca, junto al mar, a unos 80 kilómetros de Cangas por una culebra de carretera, dicen que oyen el retumbar de los voladores cuando los cangueses tiran La Descarga. Algunos aseguran que los de Luarca exageran.

    Yo digo más. La descarga la oye cada cangués, de nacimiento o adopción, allí donde esté, aunque sea al otro lado del Atlántico, o en los confines de Europa, en Madrid, en el sudeste asiático o en las antípodas. La oyen en forma de nostalgia viva los emigrantes a Europa, los muchos que desde América tienen su raíz en el concejo, aunque haga generaciones que nacen en otro continente, los viajeros que andan por el mundo a las ocho de la tarde de cada día del Carmen. La oímos todos los cangueses. No hay sinfonía que conmueva más a un cangués emigrado que ese estruendo omnipotente.

    No se conoce cangués que no haya tenido que disimular una lágrima después de la descarga. Y, si está lejos de Cangas y por casualidad atisba una imagen de los voladores en cualquier televisión, suele quejarse de esa molesta povisa que acaba de metérsele en el ojo. Los recuerdos se acumulan y un nudo se engancha en la garganta.

    Qué cangués no recuerda la primera vez que perdió La Descarga. Los hay afortunados, que la ven cada año. Pero muchos emigrantes, en su tiempo muchos quintos, muchos viajeros, muchos no nacidos en el concejo pero empapados para siempre de Cangas han vivido ese momento lejos de Ambasaguas. Nunca olvidan ese día. Y recuerdan cómo telefonearon a un amigo que dejó el auricular descolgado para, al final, preguntar ¿qué te pareció? Y oír una voz entrecortada por respuesta.

    Porque aún no se ha inventado el artefacto capaz de reproducir fielmente La Descarga. Se han hecho fotos y películas maravillosas, se ha grabado con sofisticados aparatos desde cientos de sitios distintos, pero no es igual. Quien la haya intentado filmar lo sabe, «no hay pintor que la pintara».

    Y eso que, como queda dicho, La Descarga da miedo. Hay que verla de cerca, y los cangueses lo saben. Hay que oírla y olerla de cerca. Es por lo que las madres se inquietan el día del Carmen. Los barrenos de El Voladorón que preludian la tirada llevan nervios a las casas. Y ese aviso, después de la comida de fiesta: «¡A ver dónde te pones! ¡No me vengas mancao!», que recuerda aquella otra advertencia tan canguesa de madres a hijos: «Eso, tú vete al río; como te afuegues te mato».

    Pero ese neno o esa nena, que sabe que va a tirar a mano por primera vez en su vida, pone cara de inocente. Sabe que el volador tiene cuatro partes de abajo arriba, vara, mecha, carretilla y bomba. Le han dicho que para tirar un volador lo coges por la carretilla suavemente con el índice y el pulgar, la mecha hacia fuera; separas los pies y los asientas bien en el suelo, estiras los brazos, la vara vertical, algo inclinada hacia delante; acercas la brasa y das fuego a la mecha, la ves consumirse; oyes el bufido, notas el empuje y, cuando sabes que quiere volar solo, lo sueltas… «Si antes de todo eso comprobaste que no hay alguna rama encima, lo hiciste bien». La estela es de fuego y humo. Aspiras el dulce olor a pólvora quemada y oyes la explosión, allá arriba, donde todos los socios de Artesanos que desde hace cien años se han ido yendo esbozan una sonrisa. Saben que ya estás prendido, con ese imperdible del lazo de la Virgen del Carmen que llevas, de esa fiebre llamada pólvora de la paz.

    Además de las emociones, y allá cada uno con las suyas, la primera vez que se tira a mano en La Descarga se experimentan sensaciones físicas extraordinarias. La boca se reseca. Los pulsos se aceleran. Los dedos tiemblan. Se acumulan los nervios. Duele el nudo en la garganta. El cuerpo se tensa y cierto temor ata los músculos. La tirada a mano es un larguísimo instante que dura cinco minutos. Un eterno momento con el único objetivo de tirar voladores «al estilo Cangas», es decir, cuantos más mejor. Cuando el tirador a mano acaba su carga tiene húmedos los ojos, y no del humo. Mientras se prenden las máquinas, lanza gritos, no sabe muy bien de qué. Eso ocurre la primera vez que tiras en La Descarga. Y todas las demás.

    Ahora, si vivís muy lejos de Cangas, prestad atención cada día del Carmen a eso de las ocho de la tarde. Oiréis un rumor suave. Ya sabéis lo que es. Son los de la Sociedad de Artesanos tirando voladores.

    Juan José Morodo.
    Madrid, en mayo de 2002.»

  3. ana dijo:

    Como canguesa de puea cepa,me emociona la cancion y me gustaria que estuviera sonorizada la cancion

  4. ana dijo:

    Como canguesa de pura cepa me gustaria que estuviera sonorizada la cancion,me emociona

  5. xani dijo:

    a mi tambien me gustaria oir la cancion

  6. canguesa dijo:

    me gustaría que publicaseis la letra de nuestro himno completa, gracias

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